Cuando me bajó la reglita

reglita
No sabía a ciencia cierta sobre las implicaciones detrás del “¿ya te bajó?”; pero debo admitir que nunca imaginé que sería un evento donde tendría que utilizar mis habilidades ninja.

Corría el año de 1994, un momento de crisis política en México. Enero llegó con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la ratificación del Tratado de Libre Comercio y luego el asesinato de Colosio y la inminente devaluación del peso. Bajo este contexto histórico, una mañana de abril, me bajó.

Desperté y, repentinamente, supe que ya nada sería igual: sangre en mis calzones (sí, tejido endometrial, células madre, fluidos vaginales y glóbulos rojos en mis calzones). Este momento fue el inicio de una serie de eventos desafortunados. ¿Cuál era el procedimiento a seguir cuando “te baja”?

Salí del cuarto, me dirigí a la sala y encontré a mi abuela que estaba de visita en casa, estábamos solas.  Me acerqué a ella y le dije quedito: abuela, ya me bajó. Sus ojos se hicieron grandes, grandes. Saltó del sillón y se perfiló a la cocina a todo vapor, entró a la alacena y tomó la bolsa plástica que por años había sido sujeto de misterio para mí.

[Paréntesis fundamental 1: Se trataba de una bolsa plástica de supermercado, común y corriente, cuyo contenido nunca era expuesto a la luz del día. Cuando mi mamá llegaba con las compras esa bolsa era colocada en el último peldaño de la alacena, diciendo de forma implícita: no tocar, no abrir, no husmear… y, por supuesto, tal husmeo prohibido ocurrió de manera clandestina y, ciertamente, no tuve la más mínima idea respecto a la utilidad de las misteriosas toallas higiénicas que dicha bolsa albergaba].

Mi abuela abrió la bolsa secreta y extrajo un paquete. Entramos juntas al baño. Entonces me explicó el procedimiento a seguir: 1) ve por un calzón limpio; 2) métete a bañar; 3) cuando te cambies pega esta toalla higiénica en tu calzón; y, lo más importante, 4) envuelve tu calzón sucio en este periódico y tíralo en el bote del patio… ¡que nadie te vea!

De esta forma di la bienvenida a mi despertar como mujer; la realidad que le tocó vivir a mi abuela fue transmitida de generación en generación. No era que la reglita me agarrara de sorpresa, no. Yo fui la más joven en mi salón, a gran parte de mis amigas ya les había bajado… pero la regla para mí no iba más allá de mancharte de sangre cuando ibas al baño ¿Qué estaba pasando con mi cuerpo?, ¿cuánto duraba este bajón?, ¿se repetía cíclicamente?, ¿los hombres también sangraban? En fin, trivialidades que no se hablan en cuarto de primaria… que, en general, no se hablan.

Pasaron los años y entré a secundaria, donde tomé clases de educación sexual. Ahí aprendí que la menstruación era parte de un ciclo de 28 días, donde justo al medio yo ovulaba y era fértil… trágico. Básicamente me enseñaron, a través de la propaganda del terror, que el ciclo era una pesadilla y su única relevancia era que ahora podía quedar embarazada.

[Paréntesis fundamental 2: Señoras y señores, por favor, les solicito atentamente que no digan a sus hijas que son mujeres porque ya reglan, porque ya les bajó, porque ya menstrúan… la menstruación no existe como elemento aislado, es parte de un ciclo. La menstruación no se limita a un sangrado en el calzón, ni a la compra mensual de toallas higiénicas, ni a los dolores de espalda baja cada 28 días… la primera menstruación es la iniciación de cada niña a su naturaleza cíclica como mujer].

La realidad es que me tomó años entender que no soy una mujer lineal y que la menstruación no es un evento que ocurría deliberadamente cada mes… no, yo soy una mujer cíclica, soy cuatro Eglés en una, alternándose a lo largo de 28 días. Tras años de observación me di cuenta que mi sangre llegaba con la luna llena, que esos días quería quedarme en casa conmigo, que tres días antes mis emociones eran una montaña rusa y lo único que me interesaba eran el chocolate y los abrazos, que siete días antes quería comerme una vaca, que 10 días antes quería un maratón de sexo, que 16 días antes tenía mucha energía y claridad para crear, que 20 días antes arreglaba todo minuciosamente, mi ropa por colores, mis libros por autor y mis archivos en subcarpetas. Hoy estoy en el día 16 del ciclo, por si se lo preguntaban.

[Paréntesis fundamental 3: Me encantaría que más hombres y mujeres entendamos esta no linealidad del ser mujer. Me sorprende cuando comparto algo que es emocionalmente significativo para mí y me preguntan si “estoy en mis días”. Por qué tenemos que justificar de esa manera nuestra emocionalidad, por qué están mal vistos nuestros cambios cíclicos ante la sociedad posmo… a fin de cuentas, las mujeres somos la mitad de la población mundial (el 49.7% para ser exactos), no estaría mal ser flexibles y hacer pequeños cambios para sentirnos más cómodas en nuestra propia piel].

Poco a poco fui observando cómo mis energías creativa y sexual fluctúan cada 28 días. También comprendí que mi ciclo está conectado con otros ciclos, con los ciclos de más mujeres y con los ciclos de la luna. Que las fases que vivo a lo largo de mi ciclo representan las cuatro estaciones, que yo pasó por ellas cada mes. Cada mes tengo la oportunidad de dejar algo morir, de renacer con más sabiduría, con más fuerza.

Cuando comprendí que no me bajaba la reglita, sino que yo manifiesto un ciclo natural, me permití conectar con mi animalidad, con mi naturaleza salvaje.

Ahora me pregunto, cómo pasamos de ser magas, mujeres poseedoras de una sabiduría ancestral, mujeres alquímicas a ser mujeres que esconden su naturaleza, que la reducen a la menstruación, que la asocian con dolor, con suciedad y con angustia de embarazo… ¿por qué no hablamos abiertamente del ciclo menstrual?, ¿por qué en la escuela las niñas no están aprendiendo sobre la magia que guarda su cuerpo y pronto manifestarán?, ¿por qué los niños no saben sobre la oportunidad que tienen de aprender de este ciclo natural? En un mundo tan carente de magia, ¿por qué seguimos asesinando unicornios?

El ciclo menstrual no es exclusivo de las mujeres. Es un conocimiento natural que las mujeres podemos compartir con los hombres. Este compartir tiene lugar cuando, como mujeres, entendemos nuestra conexión con la naturaleza y cuando el hombre la admira y es receptivo a aprender de esta sabiduría. La reglita señoras y señores es tema pasado… hoy el ciclo menstrual es tema de todos.

4 comentarios

  1. Dice mi maà que ella su mamà le pegò cuando le dijo que sangraba… ellA ni siquiera sabìa que eso es algo natural… Mi mamà quedò tan traumada que dice que ya no le decìa nada … fue con la vecina que clandestinamente la enseño a leer (PORQUE MI ABUELO DECÌA QUE LAS MUJERES NO NECESITABAN SABER LEER Y ESCRIBIR) y ella le explicò lo que tenìa que hacer, pero para esto pasaron 3 periodos y ella lo que hacìa es que se la pasaba metida en el rìo!!!! -mi mamà tiene casi 90 años.-… No puedo juzgar tan duramente a mi abuela, a ella una empleada de su casa se la robò para mi abuelo, ella tenìa sòlo 12 años, mi abuelo la llevò a depositar con el cura del pueblito y este la entregò cuando se hizo mujer (o sea , en cuanto comenzò a menstruar) !!! còmo ven?

    Le gusta a 1 persona

    1. Una historia de vida fuerte sin duda… me encantaría que contarás el relato de tu árbol genealógico y transformes la historia… sería bello!! Te puedo ayudar si te interesa 🙂 abrazos

      Me gusta

¿te la creíste?